Daniel y Bruno la llevaron a festejar su diablo con un jueguito de billar, pero el lugar estaba tan atascado que decidieron acudir a un bar cercano para, por lo menos, brindar con una cervecita.
Al llegar al "Underground", la mirada de ella se centró en una melena casi parecida a la suya pero un poco más corta. Los tres tomaron asiento y pidieron una cubeta para dar comienzo a la celebración.
Audiofilia estaba lista para hacer su aparición sobre el pequeño escenario y, aunque la gente de inicio estaba apática, lograron llamar la atención de quienes gozaban también del espectáculo.
Era realmente la primera vez que ella se liberaba un poco y dejaba atrás las responsabilidades de la escuela, de la casa, de llegar temprano para que ni papá ni mamá se molestaran.
Aquella melena con rizos castaños que ella había visto a su llegada pertenecía a la voz principal de la banda que tocaba sólo covers.
Nunca había sacado provecho de su profesión, pero tenía la imperiosa necesidad de conocer al greñudo, así que indicó que, en el intermedio de la actuación y ante la mirada atónita de su ex novio Daniel y de su hermano Bruno, ella tenía un programa de radio musical en el que se apoyaba a las nuevas propuestas, y así era, no estaba mintiendo.
Le siguieron intercambio de teléfonos, llamadas constantes, mensajes, correos electrónicos, idas a conciertos. En aquel entonces "Underground" cerró y las puertas del Ático se abrieron ante sus ojos.

Un mundo diferente, cierto.
Al poco tiempo, Audiofilia se volvió parte de ella y ella de Audiofilia.
Dejó de llegar temprano a casa y cada sábado estaba puntual, lista para pedir una cubeta, fumarse media cajetilla de cigarros y comer pizzas acompañadas de helados flotantes.

"Chacho" era el alias del melenudo. Carlos era su hermano y tecladista de la banda, novio de Gabriela, hermana de Nancy, quien era pareja de Beto, baterista del grupo. Israel, bajista, sólo era el primo de Chacho y Carlos. Todo como en familia. A ella, cuando estaba de espaldas, lo confundían con él y ante el desconcierto, su alma sonreía porque, al menos, así podría tenerlo más cerquita.
Ahí no sólo se hizo amiga de todos ellos. También conoció a los dueños del lugar, un matrimonio jovenzuelo conformado por Bere y Omar, a Migue, más que mesero lo veía como amigo leal, Benjamín, autista, Choy, quien canta hermoso y mueve los ojos de manera diabólica cada que interpreta... Se sentía bien...

Todos querían estar con ella... No sé si para sacarle provecho a lo que ella se dedicaba y no es algo que ahora quiera saber...
En esos tiempos fue feliz... Dio todo porque su banda creciera y saliera del anonimato.
Los llevó en ese entonces a actuar en el Lunario del Auditorio Nacional, los invitó a participar en entrevistas radiofónicas... Hizo de todo sin recibir nada a cambio...
La nula reciprocidad la cansó y ahora sólo prefiere recordar los buenos tiempos, esos llenos de rock, de helado, de cerveza.
Momentos con olor a cigarro, aroma a marihuana. Buenos tiempos de buena música, buenas fiestas, buenos bailes, limitadas amistades.
Ahora sólo agradece haber conocido a todas esas personas que hicieron que su vida cambiara cuando cumplió 23 y cuando escucha la banda sonora de aquella época sólo esboza una sonrisa, esperando que todos ellos sonrían también cuando algo les remonte a sus tiempos con ella...